Lunes, 20, May, 11:14 AM

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Por: Carlos Gómez – Ing. Forestal

Cuando las sociedades humanas se desarrollan, surgen muchos retos que hay que afrontar y uno de ellos es el aprovechamiento óptimo del espacio disponible. Entre mayor población, mayor es la necesidad de espacio, generando conflictos sobre el uso de la tierra. Por lo general, las demandas de tierra cultivable, pastoreo, bosques, vida silvestre, turismo y desarrollo urbano son mayores que los recursos de tierra disponibles.

En los países en desarrollo, estas demandas se vuelven más apremiantes cada año. La población que depende de la tierra para alimentos, combustible y empleo se duplicará en los próximos 25 a 50 años. Incluso donde la tierra todavía es abundante, muchas personas pueden tener acceso inadecuado a la tierra o los beneficios de su uso. Ante tal escasez, la degradación de tierras agropecuarias, de bosques o recursos hídricos puede ser evidente para todos, sin embargo, no existen incentivos apropiados o los recursos para detenerla.

En términos generales, la planificación del uso del suelo es la evaluación sistemática del potencial de la tierra de acuerdo a su capacidad agrológica. Las alternativas para su aprovechamiento deben tomar en cuenta las condiciones económicas y sociales, así como las condiciones de campo (topografía y ecología) para poder seleccionar y adoptar las mejores opciones de uso sostenible. Su propósito es seleccionar y poner en práctica aquellos usos de la tierra que mejor satisfagan las necesidades de las personas y salvaguarden los recursos para el futuro. Están involucrados todo tipo de uso de la tierra rural: agricultura, pastoreo, silvicultura, conservación de la vida silvestre y turismo. La planificación también proporciona orientación en casos de conflicto entre el uso del suelo rural y la expansión urbana o industrial, al indicar qué áreas de tierra son más valiosas bajo el uso rural.

la planificación del uso del suelo es una necesidad para resolver conflictos de usos inadecuados de la tierra. Es importante que las comunidades acepten la necesidad de cambios en el uso de la tierra, pero también debe existir la voluntad política para poner en práctica y respetar el plan de uso resultante.

Todas nuestras necesidades básicas de alimentos, agua, combustible, ropa y refugio se obtienen de los recursos de la tierra, que tienen un suministro limitado. A medida que aumenta la población y las aspiraciones, la tierra se convierte en un recurso cada vez más escaso.

En esta dinámica de crecimiento poblacional, la cobertura del suelo debe cambiar para satisfacer las nuevas demandas, pero el cambio trae nuevos conflictos entre los usos competitivos de la tierra y entre los intereses de los usuarios individuales de la tierra y el bien común. Las tierras tomadas para las ciudades y la industria ya no están disponibles para la agricultura; Del mismo modo, el desarrollo de nuevas tierras agropecuarias compite con los bosques, el suministro de agua y la vida silvestre.

Planificar el mejor uso de la tierra no es una idea nueva. Con los años, los agricultores han hecho planes temporada tras temporada, decidiendo qué cultivar y dónde cultivarlo. Sus decisiones se han tomado de acuerdo con sus propias necesidades, su conocimiento de la tierra y la tecnología, mano de obra y capital disponibles. A medida que aumenta el tamaño del área, el número de personas involucradas y la complejidad de los problemas, también aumenta la necesidad de información y métodos rigurosos de análisis y planificación.

Hoy día, en muchos lugares del mundo, las actividades agropecuarias no pueden continuar porque el suelo se ha degradado perdiendo sus capacidades productivas. Entre los ejemplos de uso inadecuado de la tierra se puede mencionar la tala de bosques en tierras empinadas o en suelos pobres para uso agropecuario; pastoreo excesivo, actividades industriales y urbanas que producen contaminación.

Finalmente, la degradación de los recursos de la tierra pudiera atribuirse a la avaricia, la ignorancia, la incertidumbre o la falta de una alternativa, pero realmente, es una consecuencia del uso inadecuado de la tierra y, por ende, de la falta de un Plan de ordenamiento Territorial Ambiental.

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