Sábado, 27, Abr, 11:11 AM

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Hoy día, nadie duda del impacto del cambio climático y fenómenos adicionales como la Niña y el Niño en el sistema atmosférico del planeta, los cuales están alterando los ciclos naturales que datan de miles de años de evolución. Ante esta incertidumbre, necesitamos un cambio de actitud hacia una cultura de ahorro y almacenamiento de este recurso natural: EL AGUA.

Ya desde tiempos inmemorables, el agua siempre ha sido el centro de muchas culturas y pueblos a través de la historia humana. Por ejemplo, en las regiones más áridas del planeta, el ahorro y almacenamiento del agua incluso estaba regulada por ley, así como también, la penalización del mal uso. En los pueblos del medio oriente existía una cultura del agua muy desarrollada en la que aprovechaban al máximo este recurso.

Pero, ¿Cómo almacenaban el agua estos pueblos antiguos? Lo hacían utilizando estructuras muy básicas denominadas Aljibes.  El aljibe es un depósito destinado a guardar agua de lluvia. El origen de este término proviene del árabe hispano algubb que significa pozo o cisterna. Algunos de ellos tenían fines domésticos o agropecuarios, incluso militares. En ellos se almacenaba agua de lluvia para utilizarla posteriormente en huertos familiares, ganadería, etc., hasta por un periodo de 3 meses. Un ejemplo de esta estructura se puede observar en el campus central de la Universidad Tecnológica de Panamá en la Avenida Ricardo J. Alfaro (Tumba Muerto).

Se puede decir que este sistema ha evolucionado y hoy día en pleno siglo XXI se habla de sistemas de cosecha de agua de lluvia lo que en mi opinión, sería una versión moderna de los aljibes tradicionales. Con el fenómeno del Niño y el impacto del cambio climático, el abastecimiento de agua sobre todo en época seca, se ha agudizado, lo que nos plantea el reto de encontrar alternativas innovadoras para asegurar el suministro de este vital líquido.

Este sistema consiste en preparar un reservorio para almacenar agua de lluvia que es “cosechada” por medio de tuberías en el cual se intercepta una corriente de agua de lluvia desde un techo, estacionamiento o superficie de tierra para tenerla a disposición en un reservorio natural o artificial. Actualmente algunas instituciones y organizaciones ambientales están implementando a nivel de proyectos pilotos, este sistema en comunidades del Arco Seco y la Península de Azuero con problemas de agua.

El agua que se almacena, puede utilizarse en  los comedores escolares, servicios sanitarios, actividades de limpieza y el mantenimiento de huertos escolares, entre otros.

Es importante considerar este sistema en los proyectos de vivienda de carácter público y privado ya que de esta forma se tendría agua cruda para actividades que no requieren agua potable y de esta forma, ahorrar agua y bajar el gasto familiar. El precio de la vivienda puede incluir el costo de instalación del sistema y así las personas recibirían sus viviendas con el sistema instalado. Estos sistemas también lo pueden instalar empresas agropecuarias y por último, también sería una alternativa para las escuelas del país. Para esto se requiere un programa de incentivos adecuados para que las empresas se interesen y participen plenamente.

Es hora de innovar y de promover una cultura del agua que no sólo se concentre en la conservación y protección del recurso sino también en su uso racional. Es decir el agua que producen nuestros bosques se debe utilizar de manera sabia hasta su última gota, tal como lo hacían esos pueblos antiguos. Se han dado pasos importantes para alcanzar estos objetivos al crearse el Consejo Nacional del Agua, la aprobación del Plan Nacional de Seguridad Hídrica y la creación de los Comités de  Cuencas Hidrográficas a nivel nacional.


Autor: Carlos Gómez – Ing. Forestal

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